17 de febrero de 2010

LOS VINOS FRANCESES: Un pequeño repaso.

La fuerza de los vinos franceses está sobre todo en sus grandes vinos que han llegado en los últimos 20 años a un nivel de perfeccionismo que los pone sin duda alguna en el escalón más alto.

CHÀTEAU LAFITE ROTSCHILD. Gran tradición de bordeaux.


Durante estos años, en la mayoría de los “domaines” (bodegas) de prestigio, el cambio generacional ha permitido a cada uno de esos viticultores pasar el testigo a sus herederos, bien formados en el mundo de la enología. La colaboración en este pasaje, ha permitido asociar un idealismo de calidad con una visión técnica y de estilo más tradicionalista.

Eso ha creado alrededor de esos grandes viticultores una ola de emulación en varios países de nueva y antigua producción. Las uvas francesas post filoxera, se encuentran en muchos países de gran producción y por sus cualidades tanto en viticultura como en calidad enológica, se multiplican a gran velocidad, a veces quizás quitando un poco del encanto del mundo autóctono.

Naturalmente es imposible describir cada región en pocas líneas, pero podemos encontrar un eje común entre todos los grandes vinos franceses, que reúne la explosión aristocrática de los Médoc, la boca sedosa de los Saint Emilion y Pommerols, la fineza perfumada de un Bourgogne, la generosidad de un “cru” (viñedo) del Vallée du Rhône, el brillo de la Champagne, la intensidad de un Riesling de Alsacia o la fruta de un vino de Loire.

Esta línea que reúne todas esas regiones es la de la frescura y de la armonía en boca además del ser cada uno testigo incontestable de su terruño, sus uvas y características naturales.

VIÑEDOS DE ALSACIA

 
Un vino francés, sea potente o ligero, aromático o estricto, no es nunca pesado, no acaba nunca con una impresión de azúcar o alcohol.

El maridaje con todo tipo de manjar despertará siempre a ese vino que pertenece totalmente a una civilización de arte de vivir, construida y siempre renovada en los siglos.