14 de octubre de 2009

VINOS DE ITALIA

BREVE COMENTARIO. Por Umberto Illario.



No existe otro país en el mundo que ha sabido renovar con tanta maestría y en su totalidad, en menos de una generación, el fondo y la forma de su producción vitivinícola manteniéndose fiel a una civilización ancestral, múltiple y tan variada.

Durante muchos años, la mayoría de los vinos que salían del país transalpino fueron los folclóricos Chianti en ampollas, lambrusco con burbujas o Valpolicella, muy ligero e impersonal. Solo se distinguían unos vinos nobles como el Barolo de Piemonte y los Brunello de Montalcino.




En unos años, a partir de los ochentas, la nueva ola de vinos de calidad ha explotado en las demás regiones de producción. En Veneto con los Amarone, en Alto Adige con los blancos de uvas que piden frío y seco, Friuli con los blancos generosos, floreales, Lombardía con grandes espumosos, Umbría y Abruzzo con sus influencias Toscanas, Campania que recuerda ser la tierra de los primeros vinos de los antiguos romanos, Sicilia con sus vinos muy minerales…Mientras, Toscana y Piemonte se consagraban afinando sus cosechas gracias al cuidado de la maduración de las uvas y al limitar la producción de las plantas.

Esta efervescencia sigue sacando novedades cada año y consagrando el nivel, centrándose más sobre las uvas autóctonas y los métodos tradicionales, ayudados pero no invadidos por la modernidad extrema. Italia había comprendido que la mejor calidad era la autenticidad, haciendo que los caldos entraran con una sabrosa evidencia, en un arte de vivir que el mundo envía desde ese país.





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